Una de los elementos más característicos de Lost es la presencia de roles a llenar. Nos pasamos gran parte de la serie preguntándonos quien sería el líder de los sobrevivientes, cada vez que Jack no estaba disponible. Si Locke tendría lo necesario para ser el jefe de los Otros. Cual candidato sería el nuevo amo de la Isla. O si alguien reemplazaría a Richard en el papel de consejero.
Claire parecía ajena a todos esos conflictos, pero finalmente terminó interpretando el rol más ingrato que la Isla podía ofrecerle: Ser aquella mujer que vive sola en la selva y busca desesperadamente a su bebe, o en otras palabras, la nueva Rousseau.
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La mujer que vive sola en la selva
La primera en caer en este papel fue Madre. Por algún motivo que no nos es revelado, vive (auto)exiliada del grupo de cazadores que vivían también en la Isla. Por alguna razón los odia, y trata de inculcarle ese odio a sus hijos. Hijos que consiguió matando a su madre biológica: Claudia. Con ellos mantiene una relación extraña, cercana y absorbente. Por lo menos a mi me sorprendió ver lo “hijo de mamá” que era Jacob, ya entrado en sus treinta años. El Hombre de Negro, por su parte, termina yaciendo a su lado para toda la eternidad.
Miles de años después viene Danielle Rousseau, sobreviviente de una misión científica francesa que terminó en la Isla. Rousseau es traumatizada por el Monstruo apenas llega a la Isla, termina matando a sus compañeros y al poco tiempo los Otros raptan a su bebe. La historia de autoexilio se repite: Rousseau pasa 16 evitando a los Otros. La relación entre Rousseau y los Otros es definitivamente extraña. Por allá en la Primera Temporada le dice a Sayid que en los 16 años de aislamiento, ni siquiera ha visto a los Otros, y que solamente los había escuchado susurrar. Y nosotros por aquel entonces le creíamos, pues los Otros parecían más una presencia metafísica que un grupo concreto de personas. Pero conforme iba avanzando la serie esa afirmación parecía cada vez menos posible: la isla estaba LLENA de Otros y sus construcciones. Rousseau podría haber sido una fuente de inteligencia valiosísima para los supervivientes. Pero los guionistas contaban con un comodín para que eso no pasara: Rousseau estaba loca, y los locos dicen muchas cosas. Se interesan por cosas irrelevantes, como barcos encallados, en lugar de las cientos de personas que viven en la isla.
Los Otros, por su parte, también tienen una conducta extraña con respecto a la francesa. Considerando que tienen el poder para eliminar a Dharma, viven en cómodas casas y comen pollo frito… ¿Es realmente necesario mantener una mujer viviendo sola, poniendo trampas, sobreviviendo miserablemente? ¿Lo mejor que pueden hacer con ella es robar a su bebe? Es como si los Otros necesitaran una mujer loca viviendo en la selva, llorando por su bebe. Y una vez que Rousseau estuvo muerta, su rol fue rápidamente asumido por Claire Littleton. A ella le tocó un grupo de Otros muy distinto, el de Dogen, que para empezar no era responsable del robo de su hijo. Pero fueron igualmente insensibles con su situación. Es como si al ver su locura, su aislamiento, y sus problemas filiales, supieran inmediatamente que hacer con ella: Nada. Dejémosla sola en la selva, que llore, que ponga trampas, que se vuelva cada día más desquiciada. ¡Qué Madre nunca muera!
